This sprawling metropolis has enough to keep most casual visitors busy in famous districts like Microcentro, Palermo, San Telmo, and Recoleta.
Alejado de cualquier masa turística que se precie, tan lejos pero a la vez tan cerca de los circuitos turísticos habituales, Boedo representa fielmente las insignias que mueven el alma de esta maravillosa ciudad: tango, fútbol y buena gastronomía, una gastronomía de primera. Valedor de una efervescencia cultural que se fraguó a principios del siglo XX, su tinte bohemio ha seguido presente desde entonces y puede disfrutarse en la actualidad en sus teatros, en sus históricos cafés y en un ambiente de esos que dejan huella. Sí, definitivamente queremos volver a Boedo.
El nombre de este barrio, uno de los 48 en los que está dividida la ciudad de Buenos Aires, procede de Mariano Joaquín Boedo, firmante de la Declaración de Independencia el 9 de julio de 1816; como curiosidad, es el único que toma su nombre atendiendo a una avenida concreta, la Avenida Boedo. Y no resulta menos llamativo el hecho de que también dé nombre al único espacio verde del lugar, la Plaza Mariano Boedo, provista de un anfiteatro y un espacio para exposiciones. Sus vecinos han mostrado históricamente un fuerte sentimiento de pertenencia y gran orgullo por ser de Boedo, algo que se recoge en más de una letra tanguera.
Porque la relación de Boedo con el tango se remonta muy, pero que muy atrás en el tiempo: fue a comienzos del siglo XX cuando surgieron los primeros cafetines en los que esta música tan argentina empezó a encontrar razón de ser, gracias sobre todo al talento de los escritores y artistas que frecuentaban estos locales; no es extraño, por tanto, se formara el célebre Grupo Boedo o que nombres tan célebres como Osvaldo Pugliese u Homero Manzi se relacionen desde entonces con el barrio. Tanto es así, que incluso uno de los puntos más importantes de Boedo, la famosa Esquina Homero Manzi (abajo), fue declarada Sitio Histórico Nacional.
Aún persisten en la actualidad numerosos cafetines que bien siguen funcionando desde principios o mediados del siglo pasado, bien surgieron en fechas más recientes haciendo gala de la esencia tanguera de la zona; algunos de ellos ofrecen además espectáculos de música y baile en vivo en un punto de encuentro con la historia: la Confitería Trianón, el Café Florida o la Esquina Osvaldo Pugliese son algunos de los locales más destacados, frecuentados por los amantes del género. Y, atención, cada año se celebra en el barrio un Festival de Tango de lo más interesante (en 2020, del 2 al 10 de mayo).
Ahondando en el plano cultural, en Boedo fue donde nacieron los primeros teatros independientes de Buenos Aires, de origen proletario, y también aquí encontrarás el Paseo de las Esculturas, en el que se exhiben al aire libre un buen número de obras donadas por sus creadores.
Y, como comentábamos al comienzo, los aficionados al fútbol tienen una cita ineludible con Boedo al ser el hogar del mítico club San Lorenzo de Almagro, uno de los grandes equipos de la liga argentina, con 112 años de tradición, y que en 2014 se alzó con el trofeo de campeón en la Copa Libertadores. Más allá de lo estrictamente deportivo, su historia pone los pelos de punta a cualquier amante del deporte rey: en 1979, el gobierno de facto de Argentina les arrebató el estadio para iniciar planes urbanísticos y, de la noche a la mañana, el club perdió la que había sido su casa durante casi ochenta años, que se demolería dos años más tarde.
Desde entonces, un creciente grupo de aficionados inició diversos proyectos de memoria histórica para recuperar los terrenos, una presión popular que acabó en ley. El culmen de la lucha tuvo lugar el pasado 1 de julio de 2019, cuando más de 100.000 hinchas de San Lorenzo celebraron por todo lo alto la restitución de los terrenos en la Avenida de la Plata, que vieron nacer al estadio conocido como ‘Gasómetro’. En la actualidad se pueden realizar visitas guiadas al campo y a la ciudad deportiva del club azulgrana.
Imágenes | simonmayer; Amalitanet